Todo empezó en diciembre de 2013, iba a ser el cumpleaños de mi abuela y no sabía que le podía regalar, ya que tenía de todo. Como yo siempre seguía programas de repostería creativa americanos, quise hacerle un regalo diferente y especial. Le pedí ayuda a mi hermano y nos pusimos hacer una tarta en donde plasmábamos lo que le gustaba a ella. Hicimos unos animalillos, unas verduras y hasta ella misma, en total, una huerta. Después de 3 días y mucho fondant le hicimos una huerta al completo, oveja, cerdito, vaca, gallina, patatas, tomates, lechugas, zanahorias, etc. Le encantó, quedó fascinada.
Desde ese día, empecé hacer alguna que otra tarta, para mis sobrinos, amigos, amigos de amigos… y así hasta que en el 2018 decidí abrir mi obrador, y el 31 de diciembre abrí las puestas por primera vez, ya que me propuse abrir en el 2018.
Todo lo que se, fue a base de aprender por mi misma, por el método de ensayo-error, me considero una «autodidacta» que según va pasando el tiempo voy perfeccionando la técnica. La repostería es un oficio que se divide en dos: los que estudian en una academia y los que aprenden por cuenta propia. En mi caso, es una mezcla de ambas donde se encuentra el arte, y cada pieza es hermosa y sabrosa. Aun me queda mucho por aprender, pero también no me pone miedo nada, me atrevo con todo.
Aplico técnicas nuevas, vanguardistas pero con sabores propios de la dulcería criolla contemporánea.
Seguiré adelante, peleando, empapándome de sabiduría, y lo más importante endulzando.